Cuando mi amigo Dario me introdujo a las intimidades de Roma, como fotógrafo me llamó la atención su devoción por la gama de ocres y amarronados de la ciudad. Roma también tiene un color especial, como Sevilla y la Toscana, por ejemplo, y esta mañana me comprometo a localizarlo. El reportaje fotográfico debe aportar información original y relevante de lo característico y una tarea importante que debería plantearse cualquier persona que desee hacer bien su trabajo es localizar las cualidades más intrínsecas de lo que aborda para reflejarlo en sus fotografías.
Aunque están en toda la ciudad y especialmente en las zonas más viejas, el Barrio Judío me permite captar temprano, resaltando frente a un cielo azul profundo, los colores que veo con más frecuencia en la Roma clásica. Hay fotógrafos que utilizarían el filtro polarizador para oscurecer el conjunto, pero en horas de sol bajas su acción apenas se nota. Subexpongo ligeramente para realzar la firmeza de los colores en el Jpg y las sombras pierden información. Luego solo falta esperar a que alguien ocupe el espacio liberado por la masa proyectada por el edificio que está delante para aportar una escala al conjunto. Un truco viejo, pero efectivo.
La Via dell Cappellari, que desemboca en Campo Fiori, me aporta tonos más suaves. Una Madonna floreada y el ostentoso rótulo de la calle transmiten atmósfera a ese antiguo pasaje medieval. Aparte de esperar el paso de alguna persona que cuadre con el conjunto (vestida de negro combina bien con cualquier color) decido incluir en el encuadre los letreros azules que anuncian el área peatonal. Permanezco un buen rato con todas esas elucubraciones y esperando a un peatón sin reparar… bueno, de hecho tampoco le había hecho demasiado caso, en una tanqueta con miembros del ejército armados hasta los dientes. Y de nuevo una situación parecida a la del Vaticano:
-“Caballero ¿por qué se toma tanto tiempo para hacer una foto? –me espeta un soldado enfundado en unas gafas como el betún y cara de pocos amigos.
No entiendo el propósito de su pregunta y le expongo que aguardo una persona idónea y bla, bla, bla. Y entonces aparece el problema.
-¿No estará fotografiando la cámara de seguridad que hay en la esquina?
¡Por Dios! Ni había reparado en el artilugio. Roma está repleta de ellas. Cuando le mostré las fotos se tranquilizó, pero la experiencia me está enseñando que no se pueden obviar la influencia de las nuevas tecnologías y del incierto periodo del mundo ni para tomar una sencilla foto. Por otra parte las autoridades, en este caso, o muchas personas que fotografían sin plantearse mucho más, no entienden que una buena toma, una localizado el enclave idóneo, puede requerir tiempo. Las prisas, en fotografía, no llevan a ninguna parte.
Opto, pues, por marcharme a fotografiar los escaparates de la lujosa Via Condotti. Siempre me ha fascinado el buen gusto y la originalidad de sus tiendas al alcance de bolsillos estratosféricos. La imagen que encabeza esta entrada es un buen ejemplo, pero el bolso-leopardo que decoraba otra boutique también me gustó. Es un ejercicio divertido componer con los escaparates, aunque aconsejo pedir permiso antes de fotografiar. Igual hay una cámara de seguridad cerca y vete a saber.
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