(English translation below)
En ocasiones, cuando trabajas en África, no sabes a ciencia cierta lo que sucederá. Esta anécdota refiere como un humilde fotógrafo acabó siendo ministro de un rey de Benín en el transcurso de un festival vudú.
Mi idea no solo era fotografiar esos rituales. Aspiraba también a conocer el palacio de un monarca. Gracias a las gestiones de Lluis Coromina, un amigo común, Sa Majesté Yeto Kandji de Agonlin me recibió en palacio. Tras una copiosa cena de carne de cabra y “poulet bicyclette” generosamente regada con cerveza local, el rey me ofreció un cuarto con un grifo, un balde, una taza, un catre y una tarántula. Objetivo cumplido.
En la madrugada dos muchachos que conocía porque trabajaban al servicio del monarca entraron en mi habitación y se tumbaron en el suelo. Nunca supe si fue porque dormían habitualmente en aquel cubículo o les hacía gracia pasar la noche junto al blanco que miraba perplejo a su alrededor. Bueno, en realidad éramos dos blancos y la situación tenía un cierto paralelismo con el camarote de los Hermanos Marx. En poco más de tres metros cuadrados nos acomodamos la araña, los dos niños, Toni Espadas (propietario de EndoEthiopia y conocedor de África desde hace veinte años me acompañaba en esta aventura) y un servidor.
Durante la cena el rey anunció que para que nos flanquearan el acceso a determinados rituales, vetados a los blancos, organizaría una ceremonia de iniciación. De esta manera los practicantes vuduístas serían más tolerantes. Al día siguiente uno de los sirvientes (que para la ocasión vestía una camiseta con la efigie de Muamar el Gadafi) nos acompañó a Toni y mí al altar privado del rey en donde, tras la pertinente consulta, los espíritus resolvieron favorablemente nuestra iniciación.
La ceremonia no acabó ahí. Sa Majesté nos deparaba otra sorpresa. Tocados con un pañuelo blanco en la cabeza le acompañamos al Salón del Trono. Una corte de sabios nos aguardaba para darle tronío a una ceremonia inesperada. Acabados los parlamentos el rey sustituyó nuestro pañuelo de iniciados por un sombrero típico decorado con un leopardo, el símbolo de la Corte. Luego también supimos que Lluis Coromina había encargado un traje típico de Benín para la ceremonia, pero África es como es, y la muchacha que tenía que confeccionarlos se presentó con el atuendo varios días después, cuando ya no lo necesitábamos.
Lo que sí llegó a tiempo fue, además del sombrero, una pulsera y dos espectaculares collares que certificaron nuestra inesperada condición de ministros. Con el báculo dorado que legitima el poder real, su alteza Yeto Kandji de Agonlin invistió a Toni Espadas “Ministro de Asuntos Africanos para la Corona” y yo abandoné el salón del trono como “Ministro de Prensa”. Antes de finalizar la ceremonia los consejeros marcharon para consultar a los espíritus nuestro nuevo apodo, una vez iniciados en el vudú. Después de algunas vueltas alrededor del árbol sagrado dejé de ser Tino Soriano para convertirme en “Dah Gbessô” que significa “Elegido por el pueblo” y Toni fue investido como “Dah Toffa” “El Pacificador”.
Mi nueva condición me abrió puertas en el siempre complicado laberinto africano. Gracias a ello pude asistir a ceremonias que nunca habría podido imaginar de no ser porque ahora soy un flamante ministro real, por obra y gracia de un oficio que te conduce en ocasiones a situaciones muy peregrinas.
Claro que lo que sucedió después de mi flamante investidura en Benín ya es el inicio de un nuevo relato… aunque puedes ver algunas fotos en este enlace.
ENGLISH:
Tino Soriano. National Geographic Creative Photographer… and Minister
Often when working in Africa you are unsure of how things will play out. This is the story of how a humble photographer ended up being elevated to the post of Royal Secretary (or Minister as it is referred to in those parts) to a king in Benin during a Voodoo ceremony.
My intention was not only to photograph the Voodoo ritual ceremony; I intended to go on the inside and get to know the royal palace of a living monarch. Thanks to the good offices of a common friend Sa Majesté Yeto Kandji de Agonlin conceded me an audience in his palace. After a copious repast of goat meat and “poulet bicyclette” generously doused with the local beer, the King offered me quarters in a small room with a faucet, a pail, a cup, a campaign cot and a tarantula – a real live one that is. Mission accomplished. I was in the inner sanctum of a royal palace.
Shortly before dawn two boys I knew worked for the monarch as I had seen them with him earlier, entered the room and laid on the floor ostensibly to sleep in the room which I suspected was their usual place of rest; or, I thought, maybe they just simply thought it funny to sleep in the same room as the foreigner who seemed perplexed by all he saw. In reality there were two foreigners in the room so the tiny room had a certain parallelism with the Brothers Mark’s stateroom. The two foreigners were, myself and fellow adventurer Toni Espadas (owner of EndoEthiopia and for at least 20 years an experienced Africa hand), the two kids and the spider, in little more than 27 square feet.
During dinner the King had announced that to enable the two foreigner’s admission to certain ceremonies, he would organize an initiation ceremony for us. This would make the Voodoo celebrants more tolerant towards us. Next day one of the servants (who for the occasion was decked up in a Moammar el Gadhafi T-shirt) led Toni and I to the King’s private altar, where after the proper consultation, the spirits resolved favorably our initiation ceremony.
That was not the end of the ceremony. Sa Majesté had still another surprise for us. Our heads covered with a white kerchief we accompanied the monarch to the Throne Room. A court of wise men awaited ready to perform a totally unexpected ceremony.
Once the initial dissertations were over the King substituted our white initiate’s kerchief for a typical hat decorated with the image of a leopard, the symbol of the court. Later we found out that the Prime Minister had ordered typical Benin suits for us to wear during the ceremony, but Africa being like it is, the seamstress brought the dresses days after the ceremony was over when we no longer had any use for them.
What did arrive in time, besides the hats, were bracelets and two spectacular neckbands which certified our unexpected condition of Ministers of the Kingdom. Holding the Golden Scepter which legitimizes the royal power, His Highness Yeto Kandji de Angolin paid a visit to his brand new Ministers: Toni Espadas “Minister for the Crown African Affairs” and I, “Minister of Press Relations for International Affairs.” Before finalizing the ceremony the crown counselors marched out to consult the spirits about nick-names for us once we were initiated in these curious rituals. After a few turns around the Sacred Tree I was no longer Tino Soriano but became “Dah Gbessô,” which means “Elected by the People.” Toni Was baptized as “Dah Toffa,” “The Pacifier.”
My new condition of Minister opened doors and opportunities seldom available to foreigners in the complicated African labyrinth. Thanks to it I was able to witness ceremonies which I could have hardly imagined and never seen had I not been a brand new Royal Minister, by the grace of a profession, photography, which often leads you into incredible situations.
But what happened after my extraordinary investiture in Benin is fodder for another tale.
SantiMB says
Yo creo que el rey de Benín ya estaba informado de tu currículum y por eso te otorgó el cargo de Ministro de Relaciones con la Prensa para Asuntos Internacionales. Estas pintorescas anécdotas nos sirven para no olvidar las costumbres y rituales de nuestros más remotos ancestros. Muy interesante, y deseando saber qué pasó después.
tinosoriano says
¡Gracias por tus buenas palabras, Santi! No, no me conocía de nada, pero le impresionó mi interés por fotografiar su cultura.
Javier Linares says
Que relato más magnífico. Africa me llama, desde hace mucho tiempo y, aunque no creo que pueda conocerla, por lo menos en un futuro cercano, tu relato me ha transportado por unos minutos a lo que pudo ser mi casa…en otra vida.
Gracias. Deseando ver esas fotos y leer el nuevo relato…
Manu says
Fantastica anécdota, en este mundo se puede viajar en el tiempo tan solo con tomar un avión, fascinantes culturas, costumbres y valores. Por cierto Tino, hay familias reales más cercanas que no pasan tantas pruebas. 😉
hugo solo says
Quizas el monarca tuviese mucho sentido del humor pero en las fotos en donde apareces me parecen una tomadura de pelo a la actitud de muchos turistas supongo que esa es la intencion a no ser que la escena fuese fotografiada en algun sitio de banyoles el detalle de la camara con su tapa puesta las poses vuestras si no me acuerdo mal ya tuviste algun problema con una foto junto a una mujer Padaung quizas este bien el sentido del humor para esos eres blanco.
fotografo profesional says
Un artículo interesante y lleno de información que realmente la lees y te cuesta creer que sea verdad, hay momentos para todo en la vida y además son acciones que nos gratifican como personas conforme va pasando el tiempo
Santi Luis Fraile says
Hola Tino, despues de tanto tiempo, posiblemente no te acuerdes, o si los buenos momentos de la juventud no se olvidan. Cada vez que oigo tu nombre, siempre digo «hombre el amigo Tino, quien me inicio en la fotografia junto a Josep Sarrio.
Estos dias estas especialmente en la memoria por nuestras fotos en Sant Pau Vintage y por estar asesorando a una niña que le gusta la fotografia y como no recomendandole los libros y la pagina weeb del amigo Tino MAGO DEL OBTURADOR, MALABARISTA DE LA LUZ Y DEL COLOR.
Un saludo muy apretao
tinosoriano says
¡Claro que me acuerdo de tí, Santi! Además, a veces te veo en las fotos que tengo de aquella década en Sant Pau. LO del m alabarismo me gusta, pero la magia de la fotografía, en realidad, es la magia de la vida. El acierto está en captarla con sentimiento, lo que raras veces se consigue.
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¡UN abrazo!