SAVUTE ELEPHANT PARK
Una de las situaciones más entrañable que he vivido es ver desde cerca una familia de elefantes en libertad. Los mayores conducen, adiestran y protegen a los pequeños, que se desplazan asidos con su diminuta trompa a la cola de mamá.
Dos machos avistan nuestro vehículo. Se plantan y nos contemplan con cara de pocos amigos mientras la manada cruza por delante. Luego desaparecen a increíble velocidad.
Savute Elephant Camp (Parque Nacional de Chobe) en Botswana es, como su nombre apunta, el lugar ideal para ver cientos de elefantes. Todavía no han llegado las lluvias y las pistas son de arena fina, igual que la del desierto. El todoterreno derrapa en las curvas como si se deslizara sobre hielo.
Luego, en un recodo, los acuíferos procedentes del río Savute obligan a que el mismo vehículo que volaba minutos antes sobre la arena se sumerja en un pantanal. Para variar una pequeña familia de elefantes asiste a la escena (aunque el pequeño va a la suya). Savute es, sin lugar a duda, uno de los mejores lugares del mundo para disfrutar los paquidermos.
La experiencia inolvidable, en este atractivo encargo de la revista VIAJAR, es la posibilidad de ver, desde la ventana de tu habitación, como desfilan de noche los elefantes. Luego te vas a dormir en armonía con la naturaleza. Confiado entre fieras salvajes y lejos de los predadores con traje y corbata, que son los que hacen daño de verdad.
PD. Si quieres adoptar a un elefante, Sheldrick es una buena opción.
frikosal says
Uah!
(yo se que no es un comentario muy profundo pero es que me quedo a cuadros, que maravilla)
Marta says
La última frase, la millor.
Preciós!
Yurian says
Enveja sana!
Quant de temps estarás per aquestes terres de paquidermis?
Una abraçada!
Santi Plana says
Quina experiència tant maca, tot un somni per a qualsevol fotògraf. Gràcies per compartir-ho amb nosaltres.
Una abraçada!
Diego Jambrina says
Creo que es la ilusión de todo fotógrafo aficionado: hacer un safari fotográfico. Al menos, es la mía. Y como bien dices, sentir esa armonía con la naturaleza sólo es posible lejos de los depredadores de nuestra sociedad. Yo logré sentir algo así, cuando me perdí en la niebla del Aitzgorri; cinco minutos quieto en la nieve, sin ver más allá de dos metros y en absoluto silencio. Maravilloso. No me imagino la felicidad que sentiré cuando me encuentre en una situación como la que viviste desde tu habitación, Tino. Gracias por compartirlo con nosotros.