Una anécdota que ilustra cómo ninguna el espíritu emprendedor de un buen fotoperiodista se la debemos a Paco Alguersuari, uno de los fundadores de la histórica saga de fotógrafos catalanes. El testimonio procede de Emilio Pérez de Rozas, también descendiente de familia de reporteros, que lo acompañaba como asistente en el rally de Mónaco del año 1972.
La organización solo concedía una acreditación por cada cabecera de prensa y la única disponible estaba a nombre del jefe, Paco Alguersuari. Para conseguir la credencial que necesitaba Emilio, antes de salir de España, el fotógrafo hizo imprimir un cartel típico, de los que anunciaban las corridas de toros, en donde figuraba el nombre de los toreros Manuel Benítez el Cordobés, El Viti y… Louis Vagner. Éste último no era un matador, sino el jefe de prensa del rally de Montecarlo, que expidió sin ningún problema la segunda acreditación para Pérez de Rozas.
Pero ¿por qué ese empeño en acreditar a un ayudante, si las fotos las podía haber tomado Alguersuari…? Pues porqué había una posibilidad de ganar más dinero complementando las imágenes destinadas a los periódicos, un ejemplo de cómo optimizar recursos para ganarse la vida, lo que ahora denominamos marketing o, en castizo “buscarse la vida”. Lo refería Emilio Pérez de Rozas:
“A las cuatro y media de la mañana nos fuimos a la montaña. Y llegamos a la quinta curva. El señor Paco abrió nuevamente el maletín y extrajo una inmensa pancarta de plástico, impecable, con el logotipo de la marca de bujías “Champion”. Ligó la pancarta en un árbol y me hizo extenderla y hacer de soporte al otro extremo. Es decir, la pancarta quedaba sujetada, en plena curva, por el árbol y por mí. La movía a medida que llegaban los participantes y trazaban la curva delante del cartel que el árbol y yo sosteníamos. Todo ilegal, claro. Después, la semana siguiente, vi que algunas de aquellas fotografías aparecían en diversas publicaciones españolas, en anuncios titulados: “Champion estuvo en Montecarlo”.
Paco Algersuari trabajaba duro y, para redondear de sus ingresos por prensa y publicidad, pasaba las noches positivando ampliaciones fotográficas en el hotel, que al día siguiente vendía a los participantes en la misma línea de salida. Un esfuerzo encomiable, llevando al límite las posibilidades de su oficio en unos tiempos difíciles.
El hijo de Paco, el también reconocido fotógrafo José María, continuó viajando a Montecarlo en compañía de Josete Companys, amigo y modelo (o “caballero exhibidor” como se les denominaba en la España franquista). En cualquier caso, un buen reclamo. A la salida de una academia de Niza reclutaron a un par de muchachas jóvenes, las llevaron al Col de Tourini y las colocaron frente a un fondo nevado, de manera que cada vez que pasaba un coche de carreras tomaban una foto. Las chicas iban vestidas con ropa de verano –la colección de la marca Guitare- y llevaban a cabo la “sesión” durante la madrugada, en presencia de cientos de espectadores y a temperaturas bajo cero en lo más alto de los Alpes. “Luego les regalábamos los vestidos” –recordaba José María Alguersuari, que facturaba también ese extra aprovechando el evento.
Nuestro fotógrafo también es conocido por la introducción del Canon 300 2/8 de fluorita en 1975, un objetivo que en aquella época costaba el doble que un coche Renault-5. Equipado de esa óptica fichó por el Periódico de Cataluña. “Carlos Bosch se volvía loco con aquellas fotos de deportes pero yo lo utilizaba también para los reportajes y retratos del Dominical. Ganaba 80.000 pts y lo mismo en Don Balón, e ídem en Solomoto. Era el fotógrafo mejor pagado de esos años… gracias a ese tipo de fotos. Le debo todo a esa óptica. Me fichó La Vanguardia después. Hacía otro tipo de fotos con ese cacharro y he vivido de ello. Una buena inversión con una pasta que no tenía, porque innovar es hacer lo que no hacen los demás” – comenta José María Alguersuari. Podéis leer más aventuras en su libro «Diarios de fotografía y alguna motocicleta«.
[1] Paco Algersuari trabajaba duro y, para redondear de sus ingresos por prensa y publicidad, pasaba las noches positivando ampliaciones fotográficas en el hotel, que al día siguiente vendía a los participantes en la misma línea de salida. Un esfuerzo encomiable, llevando al límite las posibilidades de su oficio en unos tiempos difíciles.
Pedrido Fotografía José Alberto Pedrido says
Esta serie de post del libro Aprende.a mirar no están nada mal, me gustan.
¿El libro es recomendable y por qué en tu opinión?
Muchas gracias
tinosoriano says
El libro narra en primera persona lo que he aprendido en casi cuatro décadas trabajando como fotógrafo y dediqué 25 a escribirlo. Creo que es un libro imprescindible para cualquiera que ame la fotografía. De hecho lleva 5 ediciones en 15 meses…
Vanesa says
Las fotos son una maravilla