A finales de septiembre de 2013 la mayoría del pleno del Tribunal Constitucional rechazó las recusaciones de la Generalitat de Cataluña contra su presidente, Francisco Pérez de los Cobos y falló que, a pesar de que este hubiera militado en un partido político mientras era magistrado, la obligación de imparcialidad que la Ley impone no equivale a una neutralidad “casi imposible de cumplir en cualesquiera profesionales”. Con este auto, de un plumazo, el tribunal de mayoría conservadora desautorizó el compromiso de imparcialidad que figura en casi todos los códigos éticos de las instituciones periodísticas más prestigiosas.
Imparcialidad, neutralidad, objetividad…la verdad absoluta no existe. Son cualidades que con frecuencia pierden su razón de ser en el reportaje, puesto que es un género a caballo entre la información y la interpretación. En el preciso instante que el fotógrafo encuadra, efectúa una acción selectiva. “Intentas aproximarte a una situación con la mente abierta, pero una vez en ella adquieres una opinión y, entonces, la expresas con tus fotografías”- lo resumía Mary Ellen Mark. La realidad que se cuenta es la que más se aproxima a la que quiere transmitir el fotógrafo.
Los editores gráficos, cuando piensan en un profesional de la imagen para que haga un determinado encargo, valoran a menudo su personalidad, su habilidad, sus planteamientos y sus ideas. El director de la agencia VU, Christian Caujolle, lo expresaba en estos términos: “Yo no estoy interesado en la objetividad. Me interesan las emociones del fotógrafo. Quiero que el fotógrafo piense en la mejor manera de expresar que está pensando y sintiendo sobre los eventos que está fotografiando”. Por eso los grandes editores procuraban, cuando era posible, reunirse y mantener una entrevista con el fotógrafo para reflexionar sobre el tema.
La objetividad entendida como una equidistancia con respecto a la historia narrada por un fotógrafo, también la descartaba el propio precursor del ensayo fotográfico, Eugene Smith que opinaba que “La primera palabra que borraría del folclore de los fotoperiodistas es la palabra “objetividad”. Esto sería un paso de gigante hacia la búsqueda de la verdad en la fotografía de prensa. Y quizás, “verdad” sería la segunda palabra que borraría. Liberado de estas dos distorsiones, el periodista y fotógrafo pueden afrontar sus responsabilidades reales”. Es imposible no denotar una opinión cuando se narra un evento, aunque sea inconscientemente, puesto que uno de los principales nutrientes del reportaje es la emoción. Solo un robot podría desprenderse de ella.
Por último, la interpretación del lector tampoco es objetiva. Cada persona valora la información que recibe de acuerdo con su percepción, su formación, sus ideas, su experiencia, sus intereses… la ecuanimidad es una cualidad difícil, imposible cuando es un ser humano el que expone los hechos o existen intereses detrás de la comunicación. Consciente de esa dificultad el lema del San Francisco Chronicle no admite tapujos: “Independiente en todo, neutral ante nada”.
Marc says
Me encantó. «Liberado de estas dos distorsiones, el periodista y el fotógrafo pueden afrontar sus responsabilidades reales».
Marina Ramos says
La objetividad es imposible. Es más, la mera presencia de un sujeto con cámara altera el objeto fotografiado. Así que, en ese sentido, no puede alcanzarse.