Me lo comentó Mike, el siempre sonriente propietario del Leterfrack Lodge, un bed & brekfast en cuyo logotipo aparecen combinados un delfín, una montaña y las expresiones “lujo” y “económico”.
Ese día se presentó con veinte kilos de mejillones y nos invitó a todos los huéspedes. Suele organizar sorpresas de este estilo todas las semanas de agosto. Durante la conversación surgió el tema de que en los próximos días se celebraba el mayor acontecimiento social del distrito: el Connemara Pony Festival: una feria en la que participan más de medio millar de especímenes de una raza que proviene de los caballos españoles que consiguieron escapar del naufragio de la Armada Invencible en 1588.
«Mucha gente en este departamento los tiene. Los niños juegan con ellos y los montan desde pequeños«. No hizo falta caminar demasiado lejos para confirmarlo. Nuestros vecinos, Carmel y Ron, propietarios de una escuela de inglés en la que familias enteras acuden a estudiar en el verano, tienen seis hijos, dos cerdos, varias gallinas y dos póneys en el cobertizo. Para responder a mis preguntas la pequeña me mostró orgulloso su póney y al día siguiente fuí a verla competir. Katherina consiguió un brillante tercer puesto, lo que no era fácil.
Cientos de jinetes compitieron por un jugoso premio en metálico tras demostrar sus habilidades en una semana de celebraciones. Además del amplio repertorio de animales presente en los showgrounds, los niños pasearon sus mascotas –había premios en forma de galletas para las ganadores- las señoritas mostraron ostentosos sombreros en la más pura tradición de los derbis británicos y, sobretodo, una multitud de campesinos, llegados de todos los rincones de Connemara, demostraron lo pintorescas que pueden ser las personas en la Irlanda rural.
Montar a caballo, cantar, practicar senderismo, deportes de aventura, buceo, golf y clases de inglés son algunas de las actividades más frecuentes en Connemara, un distrito perfecto para fotografiar y para relajarse. Y, disfrutando de la música tradicional irlandesa en un pub de la zona, con una pinta de cerveza en la mano, confirmar que ha transcurrido una nueva jornada en una de las regiones más alejadas del corazón de Europa.
Para finalizar os recuerdo que todavía quedan plazas para el taller el Día de los Muertos en México, el 1 de Noviembre, coordinado a través de Santa Fe Workshops.
ana says
Suscribo todo lo que dices, por experiencia. He estado en las casitas de Carmel y Ron y vuelvo invariablemente cada año, por todo: La gente son lo mejor, los paisajes un paraiso para la fotografía, los caballos, tanto los de Letterfrack como los de la vecina Cleggan, fascinantes.
Y, por supuesto, los mejillones!
Sin olvidar unas Guinness en Molly’s!