Los organizadores de TarracoViva tienen la buena costumbre de invitar a un fotógrafo para que documente, desde un punto de vista personal, las excelencias de un evento dirigido magistralmente por Magí Seritjol y secundado por voluntarios como Ester Arguilaguet y varias docenas que, con paciencia de santo, atienden a visitantes, a medios de comunicación y a todo lo que se tercie. Son estos festivales en los que la población local se vuelca para mostrar la cara más amable entre ferias, juegos, comilonas y comparsas.
Rafael López-Monné y Manel Graells se encargan de captar los diferentes avatares –cientos de actividades- que a lo largo de tres semanas invitan a los asistentes a compartir el legado romano de la ciudad de Tarragona. No se le pide al fotógrafo invitado que haga lo mismo, sino que aproveche el regalo de la infinidad de figurantes que durante tres sábados y domingos concurren por las históricas calles e invaden los monumentos de esa preciosa ciudad mediterránea.
El año pasado fui el fotógrafo invitado y mis imágenes han salido impresas en un excelente catálogo que, además de valioso programa, detalla con rigurosidad histórica todas las actividades de tan mastodóntico espectáculo. Se trata de escenificar cómo eran las celebraciones y la vida cotidiana de los romanos hace dos mil años. Decidí abordar el tema entre bambalinas, centrándome en lo qué el espectador no ve. Es un privilegio que tenemos los fotógrafos invitados. Por cierto, invitar a un fotógrafo cada año es una práctica que sería deseable que se extendiera a muchos más eventos, dados los miles que se celebran en la geografía española. Una excelente iniciativa de Rafel López-Monné, al que me une una gran amistad desde hace años.
Este año TarracoViva está dedicado a las relaciones entre Roma y Egipto y el próximo fin de semana, 28 y 29 de mayo, confluyen los mejores espectáculos. Desde una descripción perfectamente detallada de cómo se momificaban los difuntos, a cargo de Julio Villar (con un muñeco de látex, no se me asusten los impresionables) hasta una réplica del sudario de Artemidor, clavadita a la del Museo Británico. En el anfiteatro romano los gladiadores pelean con armas reales (mi tema preferido) las legiones romanas desfilan por el Campo de Marte y los bomberos reclutan voluntarios en el Circo romano entre docenas de actividades que van desde las confesiones de una sirvienta de Cleopatra hasta la recreación de un prostíbulo de Roma.
TarracoViva es –y confío que mis imágenes lo testifiquen- una oportunidad para tomar fotografías excelentes, durante una espectacular puesta en escena a la vida, tal como era hace dos mil años.
Si te animas a visitarlo, aquí tienes el programa: http://www.tarracoviva.com/es/programa_2016/
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